El director asociado de NERA y experto en el sector de la energía pone en duda la viabilidad económica del hidroducto H2MED promovido por España y Francia.
La Asociación de Directivos y Profesionales de Euskadi, ADYPE, ha celebrado esta mañana en Bilbao un desayuno-coloquio con la participación de Jorge Sanz Oliva, director asociado de NERA Economic Consulting, para analizar el rol que puede desempeñar el hidrógeno (H2) verde en la transición energética.
En su intervención, Jorge Sanz ha explicado que el hidrógeno verde no es un sustituto del gas natural. Igualmente, y dado que para su producción se necesita energía renovable, “siempre será más barato consumir esta directamente”, por lo que “ningún consumo energético electrificable –que es donde se pueden usar renovables– optará por el H2 verde”.
En este sentido, Sanz ha destacado que “todo el consumo doméstico, el sector servicios, el transporte por carretera y ferrocarril y una gran parte del consumo industrial es electrificable”, lo que reduce el papel del hidrógeno verde básicamente a tres ámbitos: “las industrias que necesitan temperaturas por encima de 1.500 ºC, el transporte aéreo y el transporte marítimo de larga distancia”.
En cuanto a los hidroductos para transportar el H2 verde, el director asociado de NERA ha puesto en duda su sentido económico, dado que a la vista del papel de nicho que tendrá este vector energético, su consumo no será masivo. Además, “siempre es posible producirlo in situ junto al punto de consumo”, sin necesidad de transportarlo.
Con estos argumentos, Sanz, que también presidió la extinta Comisión de Expertos de Transición Energética, ha puesto en duda la conveniencia del H2MED, el hidroducto entre Barcelona y Marsella promovido por los gobiernos español y francés, dado que requeriría unas inversiones descomunales. En concreto, para suministrar los dos millones de toneladas de H2 verde previstos a través de este hidroducto sería necesario instalar 70 MW de capacidad renovable adicional, lo que requeriría una inversión de 44.900 millones de euros. A lo que habría que añadir otros 17,4 GW de baterías adicionales, con un coste de 7.900 millones, y 10 GW más de capacidad de electrolización (3.400 millones). En total, 56.200 millones de euros, sin contar la construcción del propio hidroducto (2.850 millones) o los costes de operación y mantenimiento. Ante estas cifras, Jorge Sanz ha concluido su intervención poniendo de manifiesto la necesidad de hacer un análisis de coste-beneficio riguroso e independiente, “o que la propia empresa promotora del proyecto soporte el riesgo de no recuperar la inversión”.
Tras la conferencia ha tenido lugar un interesante coloquio entre Jorge Sanz y José Ignacio Hormaeche, director general del Cluster de Energía del País Vasco.