El vicepresidente del grupo industrial y tecnológico vasco ha explicado que es necesario esforzarse especialmente por integrar el capital humano familiar de forma que se perpetúen en la cultura valores como el emprendimiento.
La Asociación de Directivos y Profesionales de Euskadi, ADYPE, ha celebrado esta mañana en el Gran Hotel Domine Bilbao un desayuno-coloquio con la participación de Alejando Ormazabal, vicepresidente del grupo Velatia, que ha explicado las ventajas, oportunidades y retos a las que se enfrentan las empresas familiares.
Alejandro Ormazabal ha manifestado que “en un proyecto a muy largo plazo como es la empresa familiar, es importante prestar atención a la gestión de la complejidad que surge por el crecimiento multigeneracional de la familia, y que hay que esforzarse especialmente por integrar el capital humano familiar de forma que se perpetúen en la cultura valores como el emprendimiento”. En este sentido, indica que los directivos, sean familiares o no, son las piezas clave de este camino compartido, ya que son quienes realmente marcan la dirección en proyectos ya consolidados. Es por ello, que hay que prestar atención para que quienes están llamados a ocupar puestos de responsabilidad, además de buenos profesionales, sean buenas personas.
VELATIA es un grupo industrial familiar fundado por el padre de Alejandro Ormazabal como ORMAZABAL, la marca con la que ha crecido su actividad en el negocio eléctrico desde 1967. En estos más de 50 años, el ADN fundacional se ha mantenido en la proximidad del cliente, la capacitación de las personas y el desarrollo de soluciones propias, con base tecnológica. La propiedad del grupo se mantiene en su totalidad en manos de la familia, que en segunda generación está orientándose hacia posiciones de gobierno corporativo, en consejo, y delegando progresivamente mayores responsabilidades a los directivos no familiares.
Actualmente, Velatia factura 610 millones de euros, tiene presencia en 19 países y cuenta con 16 centros de fabricación, empleando a 3.200 profesionales.
Las claves de la sostenibilidad de la compañía han sido, según Alejandro Ormazabal, “la reinversión en capacidades para abordar los nuevos ciclos de desarrollo que han ido necesitando sus clientes, acompañándoles por el mundo; un 70% de la actividad del grupo se genera en mercados internacionales, desde que se inició esta expansión con un producto que fue novedad mundial en 1992”. VELATIA invierte una media del 4% de los ingresos en actividades de Investigación y Desarrollo, contando con un Centro de Investigación y Tecnología propio.
El padre de Alejandro Ormazabal completó el ciclo del suministro de los Centros de Transformación de energía eléctrica, evolucionando desde la instalación hasta la fabricación de todos los elementos que configuran el suministro llave en mano de estas soluciones; además fue muy generoso en dar la oportunidad a sus hijos promoviendo su propio relevo generacional de manera muy temprana, a los 61 años, en plenas facultades.
La nueva etapa del grupo, se centra en dotar de inteligencia a las redes eléctricas para que puedan integrar los recursos de la generación renovable y el vehículo eléctrico. En 2010 el grupo adquirió la empresa IKUSI y cuenta desde entonces con capacidades muy sofisticas, que incluyen comunicaciones, ciberseguridad e inteligencia artificial, para abordar los retos a los que se enfrentan también la industria, las ciudades e infraestructuras críticas de transporte como aeropuertos, ferrocarriles, puertos y carreteras.
Tras explicar las oportunidades que ha aprovechado en su trayectoria profesional, Alejandro Ormazabal ha solicitado a los buenos directivos que “inviertan en poner en valor las iniciativas y proyectos que abordan con éxito, para que sean visibles cuando aparezcan las oportunidades de promoción y sean ellos quienes asuman las posiciones de mayor responsabilidad e influencia”. Asimismo, ha manifestado que “la cuestión es que nos movemos en entornos empresariales cada vez más complejos, en los que debemos aprender a convivir con mucho mayor grado de incertidumbre, por lo que la gestión sobre una base de confianza es imprescindible”. Este es un camino de grandes márgenes de autonomía y responsabilidades compartidas, en el que las decisiones deben estar soportadas en valores.